Le monde n’existe pas

Quizás pase como en casi todas las series: te sorprende un episodio y luego… va decayendo. De hecho, el segundo episodio de “Le monde n’existe pas” (Erwan Le Duc y Mariette Désert, 2023) ya desmiente buena parte de lo sentido viendo el primero.

Filmen ha colgado muchas series de Serializados Fest, pero de cada una de ellas sólo sus dos primeros episodios. Luego, si ha interesado… a esperar si hay suerte y la contratan entera.

La sorpresa provocada por el primer episodio de “Le monde m’existe pas” viene de su puesta en escena. Una mujer emite un profundo chillido y entonces en continuidad un tren cruza por las vías accionado su silbato.

Eso aparece en un primer Hitchcock, rodado sin sonido y sonorizado luego. Pero es que al margen de esto, que voy a considerar una cita, está repleto de otras a cineastas y películas.

Ha habido un crimen en una población (que creía del norte de Francia y resulta que ésta en el centro) casi fantasma, llena de comercios cerrados y abandonados, y el periodista de despacho de una revista pide ir a la zo ña para enviar un reportaje sobre el mismo, porque conocía del tiempo de su juventud el lugar y al que acusan de asesino. Como es una serie francesa, hasta podría valer para “Le Milieu. Club espagnol d’amis du polar”.

Pues bien, la muerta se llama Lola Montes, y eso, como se oye recalcar por una radio de coche, recuerda a la película de Max Ophuls. De la misma forma que ese pueblo me ha recordado las devastadas calles de los primeros films de Bruno Dumont, por esos entornos laboralmente destrozados del Norte. Y se pueden ir sacando varias referencias cinematográficas más en el episodio.

Un episodio que contiene, además, nada desdeñables detalles de humor, varios proporcionados por Ciryl, la voz del sistema electrónico del automóvil de alta gama que le han alquilado al periodista.

Quizás, en vez de presentar dos episodios por serie del festival, Filmin debiera contentarse con hacerlo con el primero. El mejor.