viernes, 31 de marzo de 2023

Trenque Launquen

Magnífico, en su continuo mostrarse nada expresivo, Ezequiel Pierri.

La búsqueda botánica… y algo más.¡Qué suerte tenemos con El Pampero!

El Festival D’A programó un pase con los 250 minutos de “Trenque Launquen” (Laura Citarella, 2022) y, al saber que coincidía con la cena que yo mismo había convocado, me obligó a cometer la grosería de anunciar que no asistiría a la misma. Pero es que la ocasión era única y ayer, pese a la sólo media entrada, se demostró que de extraordinario rendimiento. Y es que se pudo ver una vez más el talento que hay en El Pampero, ese grupo de amigos y de producción cinematográfica del que Laura Citarella forma parte.
Empieza pausada la película, como enredada en esa malla de poblaciones y carreteras de la provincia de Buenos Aires que recorren los dos actores que, en un coche de un lado para otro, parecen buscar una misma mujer, Laura.
Y va paulatinamente abriendo la curiosidad del espectador, que espera esas lentas pistas que van dosificándose, aclarando, pero poco, lo que está pasando.
Tiene “Trenque Launquen”, participando en ese juego de la aparente clarificación, una estructura a base de capítulos, que van apareciendo, con su número y título en una especie de intertítulos. Varios de ellos surgen tras un brusco corte de la escena previa, silenciando la música (uno de los indudables aciertos) que la animaba y definía y, dentro de este grupo, unos cuantos cortes resultan ser al mismo tiempo, paradójicamente, un raccord, que lleva de lo que se está diciendo o sucediendo al capítulo de su aclaración.
Quizás la mejor de todas las historias que narran estos habilísimos creadores de historias sea -supongo que todo el mundo estará de acuerdo- la de la apasionante relación epistolar descubierta por la protagonista (interpretada por una de las actrices de “La Flor”), que puede hacerla encontrar un sitio preferente entre las hermosas películas que hablan de correspondencias. La pasión que desvelan las cartas descubiertas es tan fuerte que hasta se traspasa a los que las descubren.
Me recordó la película en su encadenamiento de historias a “El manuscrito encontrado en Zaragoza”, pero en este caso se trata siempre de vueltas a la misma historia, en un continuo adelante y atrás, vistas las cosas desde diferentes puntos de vista, en un recorrido circular (como la laguna que da nombre al municipio) en el que cualquier acotación oída en un principio será posteriormente retomada y expandida.
Valdría ya sólo por ese retrato de la ciudad de Trenque Lauquen (“todo bulevares”), que nos es enseñada exhaustivamente, o después en ese lento recorrido en comunión con el paisaje casi de western en que se convierte por el final el film, para hacerle un sitio en la historia (más allá de la del municipio de Trenque Lauquen…).
Pero es que está llena de variopintas cosas, como los inventos del TBO o el placer de ver una escena rodada en la hora bruja por el simple placer de rodar un puente singular de la zona. Y los conocedores podrán ayudarme a sacar las coincidencias de ciertas cosas que van apareciendo. La deambulación inicial con el coche recuerda mucho a las búsquedas que emprendía Mariano Llinás para encontrar algo que le solicitaba Matías Piñeiro en su correspondencia fílmica y ¿qué otra película del grupo? ¿Es la playa de ésta como la de Ostende o La mujer de los perros? ¿Dónde he visto yo esa entrada en la solitaria y decrépita pulpería cuando perdida -era una mujer de la alta burguesía la protagonista y se trataba de una película sobre su toma de conciencia de la represión política-? ¿Era en una de las “Historias extraordinarias” la circulación, como la final, por ese mundo de canales y lagunas rodeadas de cañas de la provincia?
Y así podríamos seguir, dando vueltas nosotros también a esta estimulante película.

El apasionante encuentro de esa historia de amor a través de esas misteriosas cartas.

Reconstruyendo posibles historias.

Trenque Lauquen, todo bulevares, a la que le han hecho una inesperada película para toda su historia. Ahora se convertirá en secreto llegar de culto, a visitar.



 

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