domingo, 19 de marzo de 2023

Confidencias de un director descatalogado


He hecho la fotografía sin quitar la pegatina del precio, que revela estar comprado en una sección de libros en liquidación (en este caso en la sección de ofertas de la librería París-Valencia), porque me hacía gracia su duplicidad con su título.
Jordi Grau se tildaba de descatalogado -como estamos ya muchos de mi basca- cuando en 2014, unos años antes de su fallecimiento, publicaba en Calamar Ediciones este “Confidencias de un director descatalogado”.
Dedicado a repasar su carrera como cineasta, apenas si habla en él de cine, o al menos de lo que yo considero es hablar de cine-, centrándose en comentar lo que él llama “la trastienda” de sus películas.
Está escrito a base de frases larguísimas, pero entre las que no se pierde nunca el hilo. Me ha interesado, sobre todo, todo su principio, porque ayuda a situar sus inicios profesionales y formativos y a ordenar un poco las ideas sobre un mundo que desconozco mucho, como es el de la producción de la llamada “industria del cine”.
Habla en él, desde luego, de sus contactos con Federico Fellini a lo largo de su vida y mucho del Opus, con el que siempre se le había relacionado por su convivencia con el Cine-Club Monterols y su trabajo inicial en una productora afín.
Quizás me ha sorprendido un poco su defensa a ultranza de su papel en determinadas películas que fueron hundiendo su posible ubicación dentro de un determinado cine “de autor”. Está divertido leer las razones que aduce para que Sara Montiel le boicoteara en “Tuset Street” y, dejando sin una línea otras de sus últimas películas, se extiende en la defensa nada menos que de “La trastienda”, donde habla de ese primer desnudo frontal de la Cantudo, pero establece una teoría que sostiene que no se entendió la línea real de la película, que era nada menos que mostrar la hipocresía de una sociedad.

 

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