miércoles, 2 de julio de 2025

Il gaucho



iene todo un desarrollo “Il gaucho” (“Un italiano en la Argentina” (Dino Risi, 1964; en Filmin) muy atípico. Parece inicialmente una comedia producto de una coproducción sobrevenida, que debe pagar como factura mostrar todos los tópicos habidos y por haber sobre la Argentina de los primeros 60, pero cuando ves por ejemplo la mueca de desagrado que Victorio Gassman, en su papel de relaciones públicas de una película italiana que va a un festival latino, hace al probar un mate, ves que seguramente andas desencaminado.
En pocas películas puede verse a un Gassman más histriónico, con lo que ya se deducirá el nivel astronómico alcanzado, pero a la vez el film da para escenas antológicas y bien conmovedoras (algo así como “llore después de haber reído), como la del rencuentro en el barrio de Boca de los dos antiguos amigos juveniles (Gassman y Manfredi) dándose cuenta mutuamente, tras unos amagos, de la verdadera ruta seguida por sus vidas.
En un principio mantenido ante una pantalla que no hace sino pasar de una escena a otra a cual mayor histrionismo de Gassman y exageración de todos y cada uno de sus personajes únicamente por esa extrañeza causada por el conjunto, es más tarde, con escenas como la de Boca mencionada, cuando la película y sus sensaciones -por otra parte evidentes- van calando.




 

martes, 1 de julio de 2025

Cortos de cine de Eugània Balcells


Entre que ayer, aunque igualmente era una animalada, pasaba algún aire y a la sombra se apreciaba una sensación térmica de un par de grados menos que anteayer (que fue insoportable) y que luego vi a Eugènia Balcells en plena forma, me resultó muy positivo decidirme a ir a la sesión de cortometrajes de cine que le dedicó la Filmoteca, que los exhibía por vez primera tras remasterizarlos.
Quien mejor explica sus películas (y todas sus obras, queda claro, es ella. Y lo hizo con pocas palabras, pero muy claras, en su presentación:
De “Álbum” (1976) dijo que el único protagonista era ese, el álbum de postales de su abuela de Sabadell, que tanto le fascinaba. Y esa fascinación por alguna imagen, un personaje borroso de una de las postales, más que esos retazos de los escritos escritos y leídos para el corto por su abuela, es para mí lo que sigue en él funcionando mejor. Su nueva visión me hizo caer en que ya desde su primera película Eugènia Balcells tenía incorporada la idea del álbum, que luego se repite frecuentemente en obras de otro calado, como ese vestido / “álbum portátil” que le he visto varias veces exhibir, o especialmente esa pieza que preparó para el proyecto de “Cartas de Akyab”.
De “Boy meets girl” (1978), uno de sus cortos más visto, que suponía un cambio de registro total, y aplicaba ese juego de azar en máquinas que responden a la entrada de una moneda emparejando imágenes hasta el premio. Aquí las imágenes que se emparejan al azar son las de hombres y mujeres.
De “133” (realizada conjuntamente con Eugeni Bonet, 1978), explicó que poseía un disco con 133 efectos sonoros y se dedicaron a comprar bobinas de películas variadas al peso y a montarlas a esa banda sonora. Me imagino a Eugeni y Eugenia divirtiéndose como energúmenos para lograr emparejar imagen y sonido obligado. Alguno de esos emparejamientos es francamente divertido.
Por último, después de la feria sonora de los cortometrajes anteriores, proyectó “Fuga” (1979), sin banda de sonido alguno, lo que incrementó enormemente la fascinación por sus imágenes e hizo agudizar el interés por desentrañar el misterio que representa a los ojos del espectador. Grabaciones y re grabaciones con una Bolex de 16mm. en una única aunque amplia habitación con balcón al campo, que muestran cómo se solapan y cruzan Carles H. Mor, Eugeni Bonet y la misma Eugènia Balcells.
En el coloquio, una Eugènia Balcells pletórica respondió a Marta Selva y Anna Solà, fundadoras y antiguas responsables de la Mostra de films de Dones, que en 1999 conocieron a la directora y dieron a conocer su obra en el festival. En el coloquio le hicieron remarcar cosas tan significativas como que en sus películas siempre parte de unas rígidas reglas, a cumplir inexorablemente. En “Álbum” era no salirse del mismo en ningún encuadre, en “Boy meets girl” el sometimiento al azar, en 133 no saltarse ni un sonido y encontrarle imágenes entre las bobinas compradas y en “Fuga”, finalmente, trabajar en ese espacio una y otra vez sin ver nunca el resultado, calculando que si la película ya tenía tres capas filmadas debía calcular con el fotómetro tres veces menos de luz. Con ellas dos habló a conciencia de capas, cálculos, miradas, conocimiento…
Y explicó lo que le costó hacer entender en el MNAC, en la magnífica nueva instalación de su “From the center” en la Sala Oval, durante la instalación de esa gran cúpula que cubre los nuevos monolitos que son ahora los monitores, la necesidad de que todo estuviera orientado según el eje norte/sur que marcaban sus monitores, la flecha de la piedra central y el norte y sur real.