El Normandie, escoltado por remolcadores, surcando el río Hudson.
La belleza de líneas de los transatlánticos antiguos.
Basta comparar esos enormes contenedores de personas que llegan y vomitan sus pasajeros en las ciudades turísticas con la línea y el perfil del “Normandie” para que quede claro que la estética era algo que se tenía en cuenta en el diseño de los trasatlánticos y de ninguna manera hoy en día en el de los cruceros.
El muy interesante documental “Normandie ne partira pas ce soir” (Tal Zana, 2021), que pasó ayer por la cadena TV5Monde, habla de la fascinación que producía, con su decoración art decò (pues aunque no se botó hasta 1936, se ideó en 1920), y del glamour que envolvió sus primeras travesías, pero también se hace muy atractivo por otras causas.
Una primera, fundamental, es cómo informa del clima pre-bélico que cundió hasta la saturación en los Estados Unidos hasta su entrada en la guerra en diciembre de 1941. Estamos -yo al menos- acostumbrados a películas norteamericanas subrayando su entrada en guerra, o europeas previas realizadas intentando afectar emocionalmente a los norteamericanos, fomentando su apoyo a la causa aliada, pero no sabemos casi nada de todo lo que se tejió internamente en Nueva York y posteriormente en todos los Estados, con Roosevelt encomendándose en los brazos de un explosivo La Guardia, primero famoso alcalde de NY y posteriormente siendo nombrado director de la Oficina de Defensa Ciudadana, en un momento en el que los periódicos del lugar hablaban de forma frecuente de espías y sabotajes.
Siendo un documental francés, he aguzado mis sentidos al oír de una posibilidad, que no se acabó de materializar, como la de que el “Normandie”, amarrado en el muelle 88 neoyorquino, inactivo por temor a los torpedos alemanes, fuera comprado por el gobierno norteamericano “para disminuir la enorme deuda francesa alcanzada por la ayuda prestada durante la primera guerra mundial”. Mira por dónde, me ha recordado sobremanera a operaciones anunciadas tanto para saldar la guerra ruso-ucraniana como la defensa estadounidense, agenciándose una isla con nombre de tierra verde aunque esté en realidad bien helada.
Es sorprendentemente que el documental se haya hecho en 2021, porque su hincapié en los “fake news” que circularon durante toda la postguerra y hasta nuestros días sobre posibles causas del hundimiento del “Normandie” parecen de hoy mismo.
Y una última cuestión, yendo al mundo del cine. La referencia a Alfred Hitchcock es constante en la película. No por casualidad estuvo en NY rodando para su “Saboteur” (1942), y le comentó a Truffaut, en las conversaciones recogidas en el famoso libro, que tuvo problemas al rodar e incorporar en su film los restos del Normandie, escorado en un muelle junto al que pasa, en taxi, el protagonista.
Fiorello La Guardia, en la radio.
Y destruyendo unas máquinas de juego.
El Normandie, elemento de “Saboteur” (Alfred Hitchcock, 1942)