viernes, 3 de mayo de 2024

Conversación con Depardon y Nougaret

Explico un poco la foto, porque tiene su miga, ya que habla un montón sobre su disponibilidad y personalidad: estaba en un corrillo laudatorio esperando a la puerta de la Filmoteca para bajar a la sesión de la conversación, cuando vi que (de derecha a izquierda) Esteve Riambau, Anna Petrus, Claudine Nougaret y Raymond Depardon se acercaban para ya entrar en el vestíbulo, momento en el que vi y me dispuse a hacer la foto con mi tableta. Pero, como alguien pasó por delante estropeando el cuadro, hice un movimiento envolvente, pero temí que Depardon quedase oculto por Nougaret. Depardon, no obstante, vio mi movimiento y frustración, y deteniendo su paso, sorteó, retrocediendo un poco, a su mujer y, de alguna manera, posó para mí fotografía. Pero siendo esto muy bueno, lo mejor sucedió acabada la conversación. Saliendo Depardon por el pasillo de la Sala Laya, me reconoció y dirigió la palabra: “Ud. es el que me ha hecho antes una fotografía con su tableta”. Yo, sorprendido, le pedí disculpas, justificando el gesto por mi enorme admiración por todo lo suyo, pero él iba hacia otro lado. “Es curioso. He hecho fotos con mi móvil,pero nunca he utilizado la tableta para hacer fotos”.


Tanta serie de fotografías y tanta película interesantes, acercándose a temas tan importantes, ha hecho en su vida Raymond Depardon que, pese a su voluntad de explicar mucho y bien, no ha habido tiempo para casi nada en la sesión que prepararon para ayer la Filmoteca y DocsBarcelona en la que Anna Petrus (directora de DocsBarcelona) conversaba con él y su mujer, Claudine Nougaret, productora y técnica de sonido de la mayoría de sus films.
Después de la magnífica retrospectiva dedicada a Otar Iosseliani, la Filmoteca dedica un ciclo -es verdad que reducido- a otro de mis directores (y fotógrafos…) predilectos. Y no está nada mal iniciar el ciclo con esta conversación, ofreciendo la posibilidad de conocer en directo a un artista que, según me han comentado, no suele prodigarse por festivales y certámenes, a los que es muy difícil que acuda.
Para rebatir esa idea, Depardon, a sus 81 años, estuvo por la mañana en el CCCB atendiendo a los chicos de “Cine en curso” y por la tarde en una doble sesión en la Filmoteca, ofreciendo siempre una imagen de disponibilidad y buen humor encomiable.
Empezó ayer por la tarde Depardon explicando que llegó al cine a través de la fotografía, y alabando la capacidad de ésta de cruzar fronteras, de ligar espacios distantes, diciendo que no habría tenido éxito en su empeño de hacer su cine si no hubiese partido de la experiencia de la fotografía. Anna Petrus aprovechó entonces una pausa para dar paso a la primera secuencia de su obra “Journal de France” (2012), firmada a dúo con su mujer, y se produzco un hecho fortuito que creo merece ser explicado:
Se apagaron las luces para que el público pudiera ver bien las imágenes de la pantalla, situadas detrás de los ponentes. En ese momento, Claudine Mougaret, posiblemente aplicando sus conocimientos como técnica de sonido, y sabiendo de las interferencias que puede ocasionar la coincidencia de diferentes fuentes electrónicas de sonido, alargó su brazo y apagó el micrófono en el que había hablado Anna Petrus: los micrófonos de la mesa se estropearon todos y a los técnicos de la Filmoteca les llevó su buen rato reiniciar su servicio.
Cuando se solventaron (provisionalmente, con micrófonos de mano) los problemas de micro, Depardon alargó su explicación y acabó contestando la pregunta de Petrus sobre la importancia de los silencios y la escucha en sus películas. Comentó que aún siendo fotógrafo, tenía la idea, quizás influido por sus visiones del cine soviético, de que lo que debía hacer era cine. Fundó la agencia de fotografía Gamma y, con un amigo fotógrafo, tuvo el proyecto (“Un photographe, un cineaste”) de hacer fotografía y cine recorriendo muchos territorios, pero pronto vieron que, si bien la fotografía tenía una salida segura por la prensa, nada aparecía nunca en los periódicos sobre cine, haciéndoles perder su interés.
Pero algo -siguió explicando, para llegar a lo del silencio- pasó para reafirmarle en su idea con el cine. Fue a Praga y filmó el estremecedor minuto de silencio que se produjo como homenaje en los funerales del joven Jan Pallach, que se había inmolado prendiéndose fuego en la plaza poco antes. “Rodando eso -completó-, por vez primera veía que ahí, utilizando el dramático minuto de silencio, el cine vencía a la foto”.
Con esa idea en la cabeza y pensando en la película independiente previa sobre la campaña de Kennedy, nos explicó ayer -y el relato fue bien divertido- cómo convenció a Valery Giscard d’Estaing de que lo que le convenía no era hacer un reportaje televisivo al uso de su campaña presidencial, sino una obra cinematográfica, surgiendo de ese modo su “1974. Une partie de campagne”,
A partir de ahí fue haciendo documentales en los que, dijo, fue sacándose de encima los vicios (moverse…) que arrastraba un fotógrafo que se pone a hacer cine. Eran películas (sobre hospitales psiquiátricos, juicios,…) en las que él tenía claro (al contrario que otros colegas…) que su cámara no debía ser en absoluto el centro de su acción, pero que veía que se mantenían lejos de “captar la realidad”. Y llegó “Urgencias” (1988), en el rodaje de la cual conoció a su mujer. Ahí, en “Urgencias” -lo contó ayer Claudine Nougaret- “la percha de sonido le acercó a una realidad a la que no se acercaba.”
Fue a partir de entonces que, superando su frustración al no dominar la producción y su comparación con la eficacia de los maestros japoneses, llegó a filmar lo real, puro y duro.
Un caso especial fue “10e Chambre” (2004), en la que un juez de la audiencia permitió que filmaran una serie de procedimientos tras oírle contestar que no sería un registro completo, de principio a fin, que era lo que prohibía taxativamente la ley. Gracias a eso, y a que enviaron la película rápidamente, antes de que nadie pudiera reaccionar, al Festival de Cannes, tenemos hoy en día un documento inimaginable sobre el funcionamiento interno de la justicia.
La conversación siguió por varios derroteros, pero visto ya la longitud de lo que llevo escrito, me limitaré a dos apuntes sobre cosas concretas, que creo también de gran interés:
Una sería el comentario de Claudine Nougaret sobre la importancia del confinamiento (sus películas en el desierto también entrarían en esta aseveración) en la obra de Depardon.
Otro segundo, el del propio Raymond Depardon explicando que deja siempre el montaje para otros y que lo único que les pide a sus montadores es, ejerciendo él de camarógrafo de sus propias películas, que con el resultado del montaje quiere reencontrar las sensaciones que tuvo durante el rodaje.
Los comentarios que hicieron sobre sus películas sobre el mundo rural me las reservaré para una próxima entrada sobre “La vida moderna”, la película que pasaron anoche y que ellos mismos presentaron previamente.

2x Mme et Mr. Depardon descansando un poco en la Sala Laya, antes de la conversación.

Esteve Riambau presentando mínimamente la sesión. Poco después, Claudine Nougaret apagó el micrófono de Anna Petrus… y se estropeó el sistema al completo. De ahí que Petrus aparezca luego a la derecha en vez de a la izquierda.

Lui...

...et elle.

 

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