jueves, 16 de octubre de 2025

La película de mi vida


Esteve Riambau ha escrito las memorias de su vida con el cine y de todo lo que con ella tuvo relación y, como se ve mediante su lectura, eso va sumando hasta ser un montón de cosas.
Al final del volumen (“La película de mi vida”, Tusquets, 2025) no hay ningún índice onomástico que facilite búsquedas posteriores, pero luego he echado unos números y lo he encontrado lógico desde un punto de vista operativo: he calculado que la simple relación de nombres que aparecen, cada uno con las páginas en que se encuentran, para un libro que ya tiene unas 500 páginas de texto y otras 50 de fotografías, supondría un incremento de alrededor de unas 200 páginas, ofreciendo de esa forma un volumen ciertamente poco manejable.
Ciertos datos de su biografía personal (no de sus trajines profesionales con el cine) que aporta (muy pocos, en realidad) me acercan un montón a lo que inicialmente cuenta en el libro. Ahí están, para enumerar unos cuantos, sus lecturas apasionadas infantiles, su interés inicial por la antipsiquiatria, enfocarse hacia otra carrera pero mantener y acrecentar su interés por el cine… Luego, la coincidencia en algún que otro acto -muchos por él organizados- y ciertos gustos generalmente comunes, también me conectan con el resto del libro, del que ya le había oído unas cuantas historias.
Todo el libro, de hecho, guardando las debidas dimensiones y distancias relativas, tocan un mismo fondo de memoria con el mío, claro está que visto desde otro lado.
Ha pasado por tantos festivales, ha entrado en berenjenales tan variados (revistas, televisión, libros, Filmoteca), muchas veces, como él mismo relata, con trajes que no eran hechos a medida e implicaban unas constricciones de lo más molestas, que el relato a vuela pluma pero pormenorizando lo más destacado predomina en muchos capítulos. Unos capítulos en los que su costumbre de introducir mínimamente los personajes y películas de los que habla, para que puedan llegar a lectores no muy avezados en la materia, suponen un buen porcentaje del volumen, en los que la anécdota con la que siempre intenta completar la cita queda en minoría.
A mí, personalmente, lo que más me ha gustado del libro es:
-que me ha servido para ligar cabos con relaciones personales entre la gente citada y cosas así en las que siempre ando despistado, bajo la higuera.
-que suelta unos cuantos secretillos o indiscreciones relacionadas con determinada gente del cine.
-que no se calla ni deja de evocar y airear ciertas miserias de gente e instituciones, en un santísimo ejercicio que a ver si colabora para arrastrar lejos la tontería y espíritu despreciable que muchas veces las caracteriza.
-que desmitifica un montón el mundillo de los reporteros cinematográficos y el resultado de sus trabajos.
-y, sobre todo, la denuncia, cuando ya no puede callar, del papanatismo que mueve a un amplio espectro de representantes políticos cuando ejercen un cargo de poder, sólo pendientes de su imagen pública y repercusión de sus movimientos.
Para contrarrestar las pullas que en ocasiones me ha lanzado por mi interés en el cine de François Truffaut, y así equilibrar un poco la balanza, le diré aquí, con sonrisa irónica en la boca, que después de leer las 500 páginas de su libro y ver con detalle todas sus fotografías, creo que me siento capacitado para rebatirle eso que suele decir, y que esgrime en el mismo libro, de que él no es cinéfilo, que lo que de verdad le interesa es la vida que, a través del cine, puede captarse: ¡pero sí todo, frases y reflexiones incluidas, lo ve a través del cine!
La verdad es que me ha desvelado muchas cosas que desconocía y, como he abierto una pequeña lista de cosas que deja entrever, pero sin acabar de mostrarlas desplegadas por completo, desde aquí me gustaría invitarle a una comida en la que, acompañado del libro y las marcas con las que lo he ido señalando, bolígrafo en mano, sonsacarle hasta acabar de redondear lo que me ha quedado sugerido, pero opaco. A ver.

Durante todo el libro, con sus explicaciones, va, según dice, “cerrando círculos”, lo que podría parecer decir que cerrando capítulos para siempre. No hay que hacerle caso. Los círculos esos que ha cerrado están encadenados con otros que ahora está recorriendo, y que, esperemos, deberá explicar en un futuro volumen. 

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