miércoles, 20 de agosto de 2025

A la deriva



Ayer pude recuperar en el Maldà “A la deriva” (Jia Zhangké, 2024). Me ha parecido un peliculón de esos que sólo se hacen cada unos cuantos años.
Sales del cine habiendo asistido al relato, ficcionado a través de unos pocos personajes, de la historia de la China del siglo XXI.
Vemos cómo en una sociedad empobrecida van saltando pequeñas chispas como de casino y modas que posiblemente denotan ese “soft power” que se atribuía a los poderes occidentales en cuanto a penetración en el resto del mundo sin hacer uso de de su fuerza bruta. Y es que en un primer momento, en vez de centrarse (como hace Wang Bing) en el mundo del trabajo, lo hace en el mundo del ocio. Como dice una de las canciones que inundan este trozo: a partir de las seis, al salir del trabajo.
Todo lo captamos, como digo, a través de unos pocos personajes, actores de varias de las películas previas del director (y, de hecho, se trata de cosas en su día rodadas para ellas). Sobre todo de una inicialmente joven y moderna mujer que en un momento dado se dirigirá en busca de su prometido río arriba, donde se estaban haciendo grandes obras (la descomunal Presa de las Tres Gargantas), reubicándose ciudades enteras pues las originales quedarian sumergidas por las aguas, en una clara demostración y metáfora de olvido del pasado.
Ese será el momento álgido de los grupos mafiosos, de la corrupción funcionarial…
Años más tarde, se produce la epidemia de la Covid-19 y asistimos a la constatación de la eclosión de nuevos medios.
Poco antes de la escena grupal final, a la que nos lleva esa protagonista de la que no hemos oído previamente ni una sólo palabra, la película ya nos había trasmitido el desgarrador fracaso personal de esa masa de gente corriente, representada por esos limitados escogidos, que creían iban a prosperar al ritmo del país.







 

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