miércoles, 10 de julio de 2013

Una placa para la casa de Julieta Serrano

Es Julieta Serrano (en una foto que he pescado en la red -¡ay!- a La Razón), una mujer que me cae la mar de bien. Una actriz que ha recorrido todo el teatro desde que era una cría, y que ha tenido colaboraciones en cine desde el post-nuevo cine español (“El hombre oculto”, “Mi querida señorita”) hasta nuestros días (“Un poco de chocolate”).
Barcelona, su ciudad, no se ha portado demasiado bien con ella. De hecho, la han mantenido olvidada largos años. Tiene un pequeño apartamento aquí, pero ya hacía un año que no venía. Por eso me ha alegrado su llamada de hoy. Porque está en Barcelona por un trabajo en televisión, pero también por la sencilla razón de que el Ayuntamiento va a colocar una placa en la fachada de su casa de nacimiento, en el Poble Sec. Y luego, por la noche, ella hará el pregón de las fiestas del barrio (“el pregón más corto de la historia, dice, modesta, porque sólo enlazaré unas pocas palabras”). Y eso está bien…
La mala pata hace que yo seguramente no pueda ir a esos actos. Y me siento culpable de mi posible ausencia, y me sabría muy mal que, siendo un fin de semana de julio, le descubran la placa y estén allí solos la autoridad competente y ella, con quizás nada más algún curioso que pase en ese momento por ahí. Por eso lo estoy diciendo, y algún amigo ya me ha dicho que irá, porque le cae también muy bien. La placa en cuestión me ha dicho que la descubren este sábado, a las 10,40h. Y su casa estaba en la calle Nou de Rambla nº 139, dos o tres manzanas por encima del Paral·lel, en el Poble Sec. A ver si os animáis…
Ella sigue trabajando, sigue diciendo que sí a lo que le proponen, sin comentar que tiene una pierna que le hace ir un poco coja. Pero, llegado el momento de la representación, ve que se sobrepone a lo de la pierna y se desplaza de un lado hacia otro como si nada… El teatro le mantiene viva, activa, en una época en que, si se quedase quieta en casa, el mundo se le podría caer encima, ahora que se acaban de morir sus primeros valedores (José Luís Alonso, sobre todo Miguel Narros) y que nota cómo lo que había ido viendo conseguir a través de grandes esfuerzos, tras la guerra y la terrible postguerra que vivió y sufrió, se está cayendo a trozos, de forma vertiginosa .

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