martes, 18 de noviembre de 2025

Cortometrajes de René Vautier

“Techniquement si simple”

Festival L’Alternativa - 4
Conociendo personalmente ya su film inicial, “África 50” (1950), el resultado del encargo recibido de documentar ‘la gran labor colonizadora francesa en el norte de África’ que al convertirlo en la primera película anticolonialista le supuso pasar una larga temporada en prisión; ell largometraje que más fama le dio (“Avoir 20 ans dans les Aurès”, 1972); sabiendo de su consideración de gran cineasta denunciante de la colonización y, gracias a un documental sobre su persona, como fundador del cine nacional de la nueva Argelia independiente, me ha gustado mucho asistir a la sesión que L’Alternativa dedicó ayer a cortometrajes de René Vautier y descubrir éstos.
La sesión, presentada por su hija Moira, quien está llevando a cabo la restauración de toda la obra de su padre, constaba de cuatro de sus cortometrajes, que demostraban a las claras no haber sido en absoluto un cineasta “de denuncia” al uso, sino, por el contrario, uno que, siendo ciertamente cáustico en su denuncia, aún con presupuestos muy limitados, utilizaba todos los variados medios que el lenguaje cinematográfico le ponía a su alcance, siendo además el humor uno de ellos.
“Techniquement si simple” (1971) nos explicó en el coloquio Moira que fue un cortometraje preparatorio de “Avoir 20 ans Aurés”, con el que experimentar sí utilizando un actor se podía conseguir que éste resultara convincente como técnico entrevistado que confiesa abiertamente las animaladas que, durante la guerra, cometió, sin sentir ningún escrúpulo por ello. Y a fe que lo consigue, dejando boquiabierto al espectador.
Tanto “Les trois cousins” como “Les ajoncs” (ambas de 1970), muestran cómo utilizar la forma de cuento para denunciar tanto la penosa situación de los argelinos emigrados a Francia (pero ya señaló Moira que sin entrar en el miserabilismo) como el racismo que impera frente a ellos. En la primera, tres hermanos argelinos emigran a París (de la postal turística del Arco de l’Étoile se pasa en brusca transición a ver la bidonville donde viven otros como ellos y luego como los tres tres hermanos emprenden una infructuosa y luego fatídica búsqueda de trabajo. En la segunda, un argelino (encarnado por el mismo actor que en la anterior hacia del que buscaba trabajo con mayor ahínco) decide ir desde la bidonville a la Bretaña (el que sería centro de producción de las últimas películas de Vautier), para ver si ahí puede lograr su objetivo de trabajar. Por sus formas recuerda tanto a las viejas películas de cine cómico norteamericano (con su acompañamiento habitual de música de piano) como su personaje charlotiano a la inocencia de un Ninetto Davoli en “Qué cosa sono le nuvole” (Pasolini, 1967).
Por último en “Les remords” (1975) el personaje que representa a un director de cine, encarnado por el propio Vautier (según su hija porque no encontró a ningún actor que quisiera hacer el arisco papel) que llega al dormitorio de una mujer para relatarle el acto infame que ha visto cometer a un policía sobre un pobre argelino “que hablaba notablemente francés, era muy amable e iba bien vestido”. Tiene el mérito de, a base de una autoironía enorme, con mucho y sardónico humor, hacer una denuncia punzante sobre el vergonzoso papel de los cineastas que se dicen comprometidos.
Como señaló también Moira Vautier, su padre estallaba en cólera a menudo contra los cineastas de la Nouvelle Vague, renombrados por lo revolucionario de su lenguaje, pero incapaces como fueron de hablar con sus películas del tema más importante del momento, esto es, la guerra de Argelia.

Recorriendo la banlieue en busca de trabajo. “Les trois cousins”

“Les trois cousins”. El recocido al encontrar, finalmente, trabajo.

“Les ajoncs”

“Les rémords”
 

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