martes, 27 de septiembre de 2022

Marinheiro das Montanhas


La última película del cineasta Karim Aïnouz, el de “La vida invisible de Eurídice Gusmão”, se llama “Marinheiro das Montanhas” (2021; en Mubi) y es algo especial en su filmografía.
En 2019, recién muerta su madre, se hace con una pequeña cámara y viaja a la Argelia de la que, aunque nació en Brasil, es originario. Llega a la capital en barco y de allí se adentra a la Kabilia, la región montañosa de la que partió la rebelión que llevó a la independencia del país.
En todo su trayecto va filmando cosas, se diría que sin una preocupación excesiva por su engarce, uniéndolo todo por una voz monocorde en portugués -hemos de pensar que se trata de la suya- en la que va vertiendo lo que viene a ser una extensa carta a su fallecida madre, en la que le va explicando todo lo que hace y va sintiendo.
En ese trayecto a unas raíces que no siente en absoluto, llega al pueblo que lleva su mismo nombre, Aïnouz. Ahí hay tiempo para repasar la revolución del siglo pasado contra los franceses y su destino y conocer a una larga lista de familiares -los más viejos hablan francés, lo que le permite entenderse algo con ellos- a los que va filmando como si de un fotógrafo de fotomatón se tratase.
Pero si algo retengo de esta voluntariamente destartalada película, ella misma metida entre brumas y sueños, es su poder para introducirse hasta el fondo en las casas, las humildes vidas, de todo un pueblo.




 

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