jueves, 13 de mayo de 2021

Charulata

Dos mundos

Ella, con prismáticos en la mano, va a mirar con ellos hacia su marido.

Es fascinante, embriagador, todo el largo inicio de la película, hasta que se produce el primer diálogo con una cierta continuidad:
La cámara, seguramente situada en unos raíles, en unos planos muy bien planificados, mediante movimientos majestuosos y precisos, va dándonos a conocer a Charulata, la mujer de un hombre adinerado de Calcuta, que evoluciona por su casa.
Todos sus recorridos son por el interior de la mansión o, en todo caso, por su claustro interior, pero ella abre rendijas en las persianas para, por las ranuras establecidas, ver a algún personaje del exterior, que se anuncia por y del que se distingue siempre su sonido. Sonido y música, del mismo Satyajit Ray, son aquí esenciales.
Llega a casa su marido. Ella sale a recibirlo, con unos prismáticos en sus manos. Cuando él se aleja por el pasillo del claustro (imagen), ella le mira a través de los prismáticos. No cabe duda alguna: él está decididamente muy lejos de ella, en otro mundo.
Si todos los planos iniciales nos recalcan que ella está en su casa como en una jaula de oro, una imagen posterior acaba de redondear esta impresión: la ventana ante la que se encuentra Charulata tiene una reja y, detrás, una jaula contiene a su vez a sus pájaros, prisioneros, como ella, para ofrecer alegría al ambiente de la casa. Mucho más tarde, cuando ella cree ver por un momento la solución a todas sus preocupaciones, tiene lugar, en contraposición, la única secuencia de exteriores, con los amplios horizontes de una playa.
Una última nota sobre el espíritu Jean Renoir que exhibe la película. No se trata aquí del primer Renoir del cine hablado, que tanto influyó en el Neorrealismo italiano, sino uno posterior. No es sólo que haya unos planos de ella en un columpio que recuerden irremisiblemente a los de “Une partie de campagne” (1936). Ray adapta un cuento de Tagore y vemos una equivalencia grande con Renoir adaptando a Maupassant.
Parece que el Verdi ha prolongado al menos una semana más las sesiones de “Charulata” (Satyajit Ray), lo que me hace feliz. Que una película hindú de 1964, que es sin duda la mejor apuesta de la cartelera, se siga proyectando, quiere decir que la empresa ha visto que el público acude en mayor número que lo esperado a sus sesiones. No siempre hay que verlo todo negro.


Charulata en el columpio

 

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