viernes, 12 de abril de 2019

Moriyama-san

“No necesitas una casa. Lo que tú necesitas es un pueblito para tu solo”. Eso le dijo el arquitecto Ryue Nishizawa a Moriyama-san cuando éste le pidió que proyectase su vivienda.

Así consta por su inicio en “Moriyama-san”, la película que Ila Bêka y Louise Lemoine acabaron en 2017 y que presentaron el otro día en la misma sesión de la Filmoteca que “Kolhaas Houselife”. Entonces comentaron que rompían en ella uno de los puntos de su decálogo a seguir a la hora de hacer ésta serie de documentales, que no aparezca ni el arquitecto ni sus propietarios, porque Moriyama, ciertamente una persona especial, no aparece por su casa vanagloriándose de ella, sino yendo a su aire, indiferente, sino divertido, con sus problemas con el inglés. Por otra parte, con su danza arriba y abajo, desde todos los puntos de vista, de las estancias y jardín del “pueblito”, se corrobora que los realizadores se han encariñado con el objeto de su film, y nos lo trasmiten a sus espectadores.

La Casa Moriyama son una serie de reducidos cubículos, de una o dos plantas, por los que circula su propietario, que nos muestra como duerme en el suelo de uno, se lava los dientes en otro, o se ducha en un tercero.

De vez en cuando, la cámara sigue a Noriyama y sus amigos por ahí, y entonces tenemos la oportunidad de ver su barrio, uno de esos típicos que se extienden por todos lados de la ciudad de Tokio, con casas bajas, calles estrechas, pasajes, bicicletas y muñecos presidiendo sus entradas, alguna señora de edad caminando con su andador. La posibilidad de que haya varias Casas Noriyama para ver por Tokio acrecienta el interés por conocer la ciudad y el país.

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