Jesús Franco no gana para desengaños en “El extraño viaje” desde la muerte de sus padres. Invoca al tiempo pasado continuamente: “¡Con lo buenas que estaban las peras del huerto de papá!” ¿Cuáles podrían ser esas riquísimas peras del huerto de papá, a conservar en la memoria? Aquí –Cine- se intenta recopilar y dejar visibles las impresiones a vuelapluma, en general sin documentación ni análisis previos, de la reciente visión de alguna película que me haya causado buenas vibraciones.
lunes, 30 de abril de 2018
Casa de ningú
The day after
Venga, la verdad por delante: Nunca había acabado de entender el predicamento de Hong Sang-soo entre los grandes amantes del cine. Entendía un poco esa calificación suya como "el más europeo de los cineastas coreanos", por aquello de que sus películas eran muy urbanas y siempre salían sus personajes en cafés, pero en esos ambientes predominaban una fealdad notoria, aunque no sabía si correspondía fielmente a la estética actual de esos lugares. En cualquier caso, ¿por qué salían mis amigos de la (buena) cosa cinematográfica encantados de ver su cine si parecías estar viendo siempre la misma película, no había en ellas apenas secuencias con montaje de planos vistosos y se resolvía casi todo con el diálogo?
domingo, 29 de abril de 2018
L'amant du jour
Buscando una imagen para ilustrar lo que he escrito esta mañana sobre Garrel y su "L'amant d'un jour" di con esta imagen, que cuelgo ahora, aunque esté un poco falta de definición. En ella, Garrel, no sé si es Berta y otros colaboradores miran cómo quedaría una escena de su película.
L'amant d'un jour
sábado, 28 de abril de 2018
Le lion est mort ce soir
miércoles, 25 de abril de 2018
El cadáver exquisito
lunes, 23 de abril de 2018
sábado, 21 de abril de 2018
Julieta Serrano
La memoria del arquitecto Miguel en el desierto de Atacama
Fui un poco cruel con mi amiga. Le pregunté por sus viajes por todo el mundo. Cuando salió a colación el desierto de Atacama, en el altiplano del norte de Chile, disparé:
—¿Qué viste por ahí?
Como su respuesta no decía nada al respecto, seguí preguntando:
—¿No viste gente buscando algo por el suelo?
Le tuve que explicar lo que había averiguado gracias a la visión de «Nostalgia de La Luz» (Patricio Guzmán, 2010). Ya casi no quedan, porque la mayoría cejaron en su empeño hace muchos años, pero aún hay quien anda buscando -¡y encontrando!- huesecillos esparcidos por ahí. Son quizás de familiares suyos, víctimas de la dictadura chilena. A falta del mar de la punta sur del país (donde, arrojándolos drogados desde un avión, fijados a un pesado trozo de raíl, hicieron desaparecer a muchos prisioneros), en Atacama liquidaron a mucha gente que mantenían encerrada en un campo de concentración que luego, apresuradamente, derribaron. Los enterraron cerca y, cuando vieron que había peligro de que se encontrasen las fosas, con ayuda de excavadoras desenterraron los cuerpos y los colocaron en otros lugares. Pero parece que en el traslado de uno a otro lado, debido a algún altibajo del terreno, restos triturados de sus cadáveres saltaron de la pala de alguna excavadora, yendo a caer por el desierto. Esas piezas fueron las que los familiares, armados de paciencia, fueron recogiendo por amplias y hasta alejadas zonas.
De ese campo de concentración del desierto de Atacama del que apenas quedan imágenes es del que quiero hablar hoy. Lo puedo hacer con una idea bastante clara de cómo era gracias a Miguel, un arquitecto que fue arrebatado de su casa y familia sin explicaciones ni juicio y conducido a un paradero desconocido que resultó ser ese. Preso ahí, Miguel fue memorizándolo todo. Explica en la película que medía todo con sus pasos, dibujando por la noche lo que había calculado y retenido en la cabeza durante el día. Cuando tenía hecho el dibujo de uno u otro barracón, de un detalle, el plano de una visión más general del campo, rompía el papel resultante en pedacitos, que hacía desaparecer en la letrina.
Cuando acabó todo, pudo dibujar de nuevo, con una gran precisión, los planos de todo el recinto. El intento de la dictadura militar de hacer desaparecer cualquier imagen del campo había fracasado.
—“Así es la memoria”— nos dice Miguel mirando a la cámara con una sonrisa de satisfacción. Pequeña, ínfima victoria sobre la barbarie que, quieras que no, emociona.
martes, 17 de abril de 2018
The Silent Revolution: What Do Those Old Films Mean?
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| Con gorra, mientras Esteve Riambau y Octavi Martí acuerdan la organización de la sesión. |
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| Y, ya descubierto, defendiendo su postura. |
domingo, 15 de abril de 2018
La nuit américaine
viernes, 13 de abril de 2018
La increíble, alocada carrera de Maman Jeanne
En este caso no hay espacio para lo jocoso. La carrera de Maman Jeanne vista fuera de contexto sería digna de una película cómica de esas de los principios del cine, pero se trata de la reacción a la más terrible noticia que alguien puede recibir en su vida.
Jeanne es la mujer del guardabosques en La maison des bois, una serie que realizó Maurice Pialat y presentó en 1971 la televisión francesa, adaptación fiel de una novela que cuenta el eco de la Primera Guerra Mundial en un pequeño pueblo francés.
Ella es uno de los muchos personajes que aparecen, como el cura, el cartero, un sacristán siempre con la sonrisa en la boca ayudado por la degustación del vino local, un trampero, un aviador, el que regenta el bar local (que está imbuido de ideas revolucionarias) y tantos otros, todos ellos escogidos por Pialat por su aspecto, sin que se tratase de actores profesionales. Pero poco a poco iremos viendo que, desde sus silencios, su bondad, su forma de afrontar los acontecimientos con buena cara, quizás moviendo inteligentemente los hilos a su alcance, es casi casi el pilar fundamental, junto a los de los diferentes niños, sobre el que se construye y aposenta toda la trama.
Aparente dócil mujer que realiza todos los trabajos de la casa mientras su marido recorre con su bicicleta los bosques del marqués al que sirve, vemos que sabe utilizar muy astutamente, cuando hace falta, el poder caciquil de este último. Tiene dos hijos ya adultos, pero además, a cambio de unas monedas, acoge en su pequeña casa del bosque, que es la que da título a la serie, a tres niños parisinos más pequeños. Estos niños, auténticos protagonistas, que nos llevan en sus correrías por todo el vecindario, están ahí como refugiados, mientras sus padres están en el ejército. Son los que la llaman «Maman Jeanne», considerándola como una segunda madre.
Pues bien: bastante entrada la serie en su segunda mitad, Maman Jeanne va a ser el punto de mira de una larga escena. Ya en episodios anteriores acusa su desánimo ante la falta de noticias de su hijo, que fue llamado a filas. En este episodio vemos cómo el alcalde, un hombretón ya mayor, pero aún de sólida y poderosa presencia, se arma de valor y se acerca a la casa, llamando a la puerta. Abre Jeanne y apenas si oímos entonces lo que le dice, pero lo imaginamos. Tras un momento de desconcierto, ella suelta un grito y vemos cómo se se aleja corriendo, como si fuera un sprint atlético, hacia la verja del terreno y, ya en el plano siguiente, yendo a la misma velocidad, entrando en contradicción con el apacible carácter que ha mostrado hasta el momento, por el camino del bosque.
Entre árboles y matorrales el guardabosque oye uno de sus gritos, deja lo que está haciendo y se acerca al camino, por el que llega, como impulsada por un cohete, Maman Jeanne. Los dos se miran y se abrazan un instante. Ella se aparta entonces un par de metros y se deja caer, abatida, al suelo.
A ver cómo puede una madre superar eso.
jueves, 12 de abril de 2018
La maison des bois
domingo, 8 de abril de 2018
Los Ángeles plays itself
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| Uno de los letreros que suele verse frecuentemente por la ciudad para ayudar a la concentración del equipo de un rodaje en una de sus localizaciones. |





















