Me ha sorprendido “El idioma universal” (Matthew Ranking, 2024; en Filmin), una extraña coproducción iraní-canadiense, combinando entre sí dos países que pocas cosas tienen en común, salvo la crudeza de sus inviernos.
La primera escena puede ser significativa de lo que digo. Vemos la fachada y entrada de lo que representa ser una escuela (primera foto, que no he encontrado con mejor definición). A través de la ventana de la derecha intuimos un bonito jaleo -la banda sonora es casi más protagonista- de una clase sin autoridad que la vigile. Al poco tiempo vemos llegar un hombre envuelto en un abrigo cargando un par de maletas, caminando apresurada y pesadamente sobre la nieve y subiendo la escalera para desaparecer. Por lo que sigue -un grito y el retorno del orden- deducimos que es su profesor, que llega tarde. El discurso-reprimenda que suelta a la clase se prolonga, lo que nos permite ver la llegada de un niño muy abrigado, que pensamos llegará a la clase y prevemos será recibido de mala forma por el profesor, como veremos en el plano siguiente, ya dentro de la clase.
Pero no quiero dar a entender que se trate de una película de estudiados planos aislados. Además de que -para mi gusto desgraciadamente- ese tipo de planos siguen (es el caso de ese magnífico en el que en segundo plano podemos apreciar un columpio cuyo servicio va turnándose de forma rigurosa, o los arcos a través de los que vemos el sitio donde se encuentra el billete que ocasiona buena parte de la acción), pero van perdiendo fuerza, todos, con sus historias tirando a surrealistas, están entrelazados, para ir componiendo y llegar a ofrecer un cuento sobre la convivencia humana.
Quien acuda a verla debe estar preparado para asistir a una historia en la que intervienen pavos ligados a unas gafas de miope, pavos viajeros, un homenaje a Groucho Marx, los peculiares anuncios del rey del pavo, el hermano de éste, que recibe en silla de ruedas en la tienda y se muestra cantarín, un billete de 500 congelado, unas visitas turísticas bien peculiares y otra serie de cosas variopintas, tanto en persa como en el macarrónico francés de Quebec.
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