jueves, 1 de mayo de 2025

El idioma universal



Me ha sorprendido “El idioma universal” (Matthew Ranking, 2024; en Filmin), una extraña coproducción iraní-canadiense, combinando entre sí dos países que pocas cosas tienen en común, salvo la crudeza de sus inviernos.
Empieza mostrando unas escenas muy planificadas, con encuadres insólitos que suelen tener un primer y un segundo plano confrontados, ofreciendo gags -que luego se presentan sin tanto cuidado- que pueden recordar el cine del Jacques Tati de “Playtime” o a las escenas a que acostumbra Roy Andersson
La primera escena puede ser significativa de lo que digo. Vemos la fachada y entrada de lo que representa ser una escuela (primera foto, que no he encontrado con mejor definición). A través de la ventana de la derecha intuimos un bonito jaleo -la banda sonora es casi más protagonista- de una clase sin autoridad que la vigile. Al poco tiempo vemos llegar un hombre envuelto en un abrigo cargando un par de maletas, caminando apresurada y pesadamente sobre la nieve y subiendo la escalera para desaparecer. Por lo que sigue -un grito y el retorno del orden- deducimos que es su profesor, que llega tarde. El discurso-reprimenda que suelta a la clase se prolonga, lo que nos permite ver la llegada de un niño muy abrigado, que pensamos llegará a la clase y prevemos será recibido de mala forma por el profesor, como veremos en el plano siguiente, ya dentro de la clase.
Pero no quiero dar a entender que se trate de una película de estudiados planos aislados. Además de que -para mi gusto desgraciadamente- ese tipo de planos siguen (es el caso de ese magnífico en el que en segundo plano podemos apreciar un columpio cuyo servicio va turnándose de forma rigurosa, o los arcos a través de los que vemos el sitio donde se encuentra el billete que ocasiona buena parte de la acción), pero van perdiendo fuerza, todos, con sus historias tirando a surrealistas, están entrelazados, para ir componiendo y llegar a ofrecer un cuento sobre la convivencia humana.
Quien acuda a verla debe estar preparado para asistir a una historia en la que intervienen pavos ligados a unas gafas de miope, pavos viajeros, un homenaje a Groucho Marx, los peculiares anuncios del rey del pavo, el hermano de éste, que recibe en silla de ruedas en la tienda y se muestra cantarín, un billete de 500 congelado, unas visitas turísticas bien peculiares y otra serie de cosas variopintas, tanto en persa como en el macarrónico francés de Quebec.







 

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