En los 50 ya empezó a estropearse la cosa, pero en los 30 y 40 veo que las comedias de Vittorio de Sica (primero como actor y luego como director y actor) tenían una frescura que no tenía el humor forzado de tantas otras de la época.
Es el caso de una película suya menor, pero muy agradable de ver, como “Teresa Venerdi” (1941), en la que un mujeriego y malgastador por las mujeres doctor que está en la banca rota conoce a una jovencita huérfana con aspiraciones de actriz teatral en un rígido establecimiento en el que va a hacer de inspector sanitario.
Aparece en un pequeño papel Anna Magnani y con la displicencia con las que responde al grupo de coristas en un ensayo te echas unas risas.
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