Causa impresión, ya acostumbrado a los paisajes invernales de sus otras películas, ver Esauira y las barcas de su puerto nada más empezar “Freedom” (Sharunas Bartas, 2000) y luego continuar, tras un lance marítimo, con una peregrinación desesperada por toda la desierta costa marroquí. En dos o tres momentos, acompañando la belleza del mar o la arena, aparece una música que convierte la contemplación del film en algo casi religioso.
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